¡Cambiar es posible!

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Descripción

El cambio es consustancial a nuestra vida. A menudo nos viene impuesto sin haber hecho nada, pero en ocasiones llegamos a un punto en que se hace necesario, cuando no imprescindible. A veces queremos cambiar pero no acertamos en la forma, el momento o el ritmo.

El cambio personal es uno de los deseos más universales que anidan en los seres humanos, pero en general muy pocas veces se satisface por el esfuerzo que implica. Todos hemos deseado en más de una ocasión cambiar algo en nuestra vida y todos o casi todos hemos empezado a cambiarlo pero al poco tiempo hemos desistido; incluso renovamos algunos propósitos una y otra vez sin rematarlos nunca en serio. A todos nos gustaría cambiar pero no siempre estamos dispuestos a pagar el precio que supone. El cambio personal es el que más satisfacciones produce pero también más frustraciones, sobre todo cuando nos ponemos metas casi inalcanzables y queremos hacerlo en poco tiempo. En cuanto al deseo de que cambien los demás, quizá sea más frecuente, pero nos produce todavía mayores frustraciones porque está fuera de nuestro alcance.

Todos somos sujetos pacientes de cambios a nuestro alrededor, en nuestro contexto más próximo, cambios derivados de la propia dinámica de la vida, como el cambio de mentalidad que experimentamos al hacernos mayores. No obstante, afortunadamente también somos agentes que en un momento determinado decidimos dotar a nuestra vida de un sentido distinto.

De un modo u otro todos influimos en los demás, en la cultura, en el mundo, aunque no lo pretendamos ni a veces seamos conscientes de las consecuencias. Al cambiar nosotros estamos cambiando de alguna forma el mundo, así como cuando nos proponemos cambiar algo de nuestro entorno.

Algunos temen el cambio porque son inseguros o perezosos. Otros, por el contrario, aman el cambio y les divierte. Algunos, más bien muchos, se resisten porque están instalados en su zona de confort y les gusta patrullar siempre por los mismos caminos trillados. Pero otros lo saludan, lo buscan, lo persiguen y lo provocan porque esa actitud y conducta les excita, anima, estimula y a muchos les entusiasma porque les mantiene vivos. En definitiva, querer sustraerse al cambio es inútil y por ello merece la pena abrazarlo abiertamente. El cambio da frescura a la vida, diversión y entretenimiento. Si la vida fuese estable (algo contradictorio internamente), sería muy aburrida e, incluso, insoportable.

Por lo tanto, amigo lector, prepárate para saludar el cambio todos los días.